   
Tryadhis dasa (VBD)
Nombre de Usuario: Tryadhis
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| | Enviado Miercoles, 05 de Noviembre de 2003 - 05:47 pm: |  |
Cuando Srila Prabhupada volvió a comparar la conciencia de Krsna con el comunismo, el profesor concluyó que las dos filosofías estaban de acuerdo y que ambas hacían hincapie en la necesidad de someterse a una autoridad. El devoto se rinde a Krsna; el comunista a Lenin.
Prabhupada: "Nuestra vida es una rendición. ¿Está usted de acuerdo con esto?
Kotovsky: "Uno se riende en cierta medida."
Prabhupada: "En toda su medida.."
Kotovsky: "Todo el mundo tiene que rendirse a la sociedad, por ejemplo."
Prabhupada: "Sí, a la sociedad, o al estado, al rey, al gobierno o a lo que sea. La rendición debe estar presente."
Kotovsky: "La única diferencia es que no podemos rendirnos al gobierno o al rey. La principal diferencia estriba en rendirse ya sea a un rey, que es una persona individual, o a toda la sociedad."
Prabhupada: "No; eso no es más que cambiar de color. Pero la rendición está ahí. El principio de la rendición está presente. Ya sea que uno se rinda a la monarquía, a la democracia, a la aristocracia o a la dictadura, tiene que rendirse. Eso es un hecho. Sin rendición no hay vida. No es posible. Por eso nosotros estamos educando a la gente para que se rinda al Supremo, de donde proviene toda protección. Krsna dice: sarva-dharman parityajya. La rendición está ahí. Nadie puede decir: 'Yo no me rindo a nadie.' La diferencia estriba en el lugar donde uno dirige su rendición . Y el objeto último de rendición es Krsna. Por eso La Bhagavad-gita dice: . "Después de muchos nacimientos y muertes, aquel que verdaderamente tiene conocimiento se entrega a Mí.'"
El profesor Kotovsky estuvo de acuerdo. Pero la rendición debía ir acompañada de la revolución, dijo. La Revolución Francesa, por ejemplo, era una rebelión contra un tipo de rendición y, no obstante, la propia revolución era otra rendición; rendición a la gente.
- Así que no basta con detenerse. La rendición debe ir acompañada de una rebelión contra la rendición a otras personas.
Prabhupada: "Sí, no habrá más rendición cuando esa rendición sea a Krsna. Ése es el punto: no más rendición. Cualquier otro tipo de rendición tiene que obtenerse por medio de la revolución, pero cuando se trata de Krsna, es suficiente; estás satisfecho. Es como... le pondré un ejemplo. Un bebé está llorando y los mayores se lo pasan unos a otros sorprendidos de que no se calle. Pero cuando llega a los brazos de su madre..."
Kotovsky: "Deja de llorar."
Prabhupada: Sí. La satisfacción plena. En este tipo de rendición seguirá habiendo cambios de distintas clases, y la suma total de todas estas rendiciones es rendirse a maya (la ilusión material). Pero cuando te rindes a Krsna, eres totalmente feliz."
Después de tan solo tres días la misión de Prabhupada en Moscú parecía haber llegado a su término. ¿Qué quedaba después de su encuentro con el profesor Kotovsky? El gobierno no permitía nada más. No le habían dejado que trajera libros y ahora le denegaban la posibilidad de hablar en público. Los extranjeros no debían hablar con los rusos. Y tampoco podía ir a ninguna parte que no fuera alguna gira turística con acompañante. Sin prédica y sin perspectivas, Prabhupada permaneció en su diminuta habitación tomando su masaje y su baño, aceptando la comida que ®y€masundara podía conseguir y cocinar, dictando algunas cartas, cantando Hare Krsna y traduciendo el Srimad-Bhagavatam.
Prabhupada decidió hacer una gira con guía por Moscú en un autobús lleno de turistas. Vio a rusos ancianos yendo a una iglesia con guardias armados en la puerta, y dedujo que los guardias estaban allí para impedir la entrada a la generación joven. Pero pronto se cansó del viaje, de modo que el guía le hizo subir en un taxi y dio instrucciones al conductor para que le llevara de vuelta al hotel Nacional.
Syamasundara seguía pasando la mayor parte del día buscando alimentos frescos. Cuando oyó que había naranjas en un mercado al otro lado de la ciudad, se encaminó hacia allí. Con su cabeza rapada y su dhoti y kurta blancos, atraía las miradas de todas las personas con quienes se cruzaba, y cuando regresaba, ya oscurecido, unos hombres uniformados con bandas rojas en el brazo le abordaron tomándole por loco, le agarraron el brazo por detrás de la espalda y le gritaron en ruso. Syamasundara oyó la palabra dakumyent ("documento, pasaporte"), así que dijo: "¡Dakumyent, hotel! ¡Hotel!" Cuando comprendieron que Syamasundara era un turista, los oficiales le dejaron marchar. Una vez en el hotel, informó a Prabhupada de lo ocurrido.
- En Rusia no hay esperanza para la conciencia de Krsna -dijo.
En una ocasión Syamasundara estaba haciendo cola en una tienda de yogures cuando un hombre situado detrás de él le preguntó acerca del yoga. "Me gustaría mucho hablar con usted," dijo el hombre, y dio a Syamasundara su nombre y dirección y una hora en la que podrían verse sin problemas. Cuando Syamasundara se lo dijo a Prabhupada, Prabhupada dijo:
- Es un policía. No vayas.
De pie frente a la ventana, Prabhupada vio un desfile cerca de la Plaza Roja -tropas, tanques, artillería, y misiles- que iba recorriendo las calles. Al estar siempre preparándose para la guerra, dijo Prabhupada, los líderes rusos mantenían a la gente motivada y así evitaban sublevaciones. Comparaba a la belicosa Rusia con los asuras (demonios) de antiguas historias védicas como el Srimad-Bhagavatam.
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