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Volumen 9 - Capitulo 19 - El Curandero

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Enviado Lunes, 03 de Noviembre de 2008 - 11:28 am:   

Diario de un Predicador Viajero
Volumen 9 Capitulo 19
Septiembre 24, 2008
El Curandero

Cuando íbamos manejando a través de preciosos bosques dejando la República de Adegeya, un discípulo volteó y me dijo: "Guru Maharaja, hay un hombre que vive por aquí cerca y dicen que tiene poderes curativos increíbles. Usted menciona frecuentemente su problema con el hígado, ¿le gustaría verlo?"

"Yo no creo en estas cosas", le contesté.

"Pero él ha curado a mucha gente, personalmente conozco a algunos", dijo.

"¿Como lo hace, con una varita mágica?", le dije con sarcasmo.

"No, Guru Maharaja", respondió el devoto. "Unicamente usa hierbas del área del bosque y hace sus propias mezclas.

Nadie puede entender sus combinaciones, se ha vuelto tan popular que inclusive la Ministra de Salud Rusa lo mandó investigar y concluyó que es un místico o un extraterrestre, porque nadie puede reproducir sus combinaciones".

"Es precisamente por ello que no quiero perder el tiempo con él; todo esto es un truco mágico", le dije.

Otro devoto dijo: "Los doctores del área le hablan frecuentemente cuando no pueden determinar la enfermedad de algunos pacientes. Todos los días visita los hospitales en la región y da recomendaciones a los doctores y pacientes".

"Tengo que admitir que he acudido a él y me ha ayudado", dijo Vaikuntha-pati en tono vergonzoso.

"De verdad", pregunté con cierto sarcasmo.

"Guru Maharaja", dijo Vaikuntha-pati, "no hay ningún problema en visitarlo, puedo sacar una cita para ahorita mismo. Normalmente las citas toman hasta un año, así es de popular. Quizás él pueda ayudarlo".

"Mi problema no es tan serio", le dije.

"Cualquier enfermedad puede tornarse seria si no se atiende", dijo Vaikuntha-pati.

Finalmente y no muy convencido acepté. "Podemos parar por unos minutos pero no podemos quedarnos mas tiempo porque tenemos que manejar 4 horas para llegar esta noche al Festival del Radha-Yatra en Rusia", les dije.

Vaikuntha-pati le telefoneó al curandero y consiguió una cita para dentro de una hora. Nuestro chofer cambió de dirección y pasamos por una carretera con curvas que nos llevó por colinas y valles. Flores de colores adornaban el verde paisaje y pequeños arroyos se veían en el camino.

Llegamos a un pequeño lugar con rústicas cabañas a las afueras del pueblo. Cuando nos detuvimos en una de las cabañas, vi a un hombre con discapacidad que caminó con dificultad hacia nuestro auto y nos hizo una seña para que lo siguiéramos adentro.

"Quizás es un paciente", le dije a Uttama-sloka das.

En cuanto entramos a la cabaña, voltee a ver a Vaikuntha-pati y le dije que no le dijera nada de mí al curandero, quiero saber que tanto puede saber de mis problemas por él mismo.

"Nadie le dice los problemas", dijo Vaikuntha-pati.

Cuando nos sentamos en la antesala, rodeado de muebles rústicos rusos, pensaba si el curandero podría en verdad diagnosticar mi hígado inflamado, el problema con 3 vertebras del cuello, mis rodillas débiles y mis ocasionales dolores de cabeza.

Y el año pasado, el doctor me dijo que mi presión arterial estaba alta.

Antes de que Utama-sloka pudiera decir algo, el hombre tomó mis manos y cerró los ojos.

"¿Qué es lo que esta pasando?", le pregunté a Vaikuntha-pati.

"El es el curandero", respondió.

El hombre abrió sus ojos y dijo: "su presión arterial esta un poco alta"

Volvió a cerrar sus ojos y apretando mis manos un poco mas dijo: "Y 3 vertebras del cuello están lastimadas debido a un accidente automovilístico".

"Maharaja", me dijo un devoto en voz baja, "usted nunca ha estado en un accidente automovilístico".

"De hecho, sí lo estuve", les dije. "A principios de los 90s en Durban, Sudáfrica fui golpeado por una furgoneta cuando cruzaba una calle"

El curandero continuó: "Su hígado está un poco inflamado, de vez en cuando le dan dolores de cabeza y las rodillas están débiles, especialmente la izquierda".

Me dejo sin palabras. Después de unos momentos y cuando recobré mi postura, le pregunté: "¿Señor, como es que sabe todo esto?"

Miró a través de la habitación y vió a una estatuilla de la Virgen María abrazando al niño Jesús y dijo:"Por gracia de Dios, también le puedo decir que su hígado está dañado por la hepatitis que contrajo años atrás. Debe de tener cuidado con lo que come.

Pero no se preocupe por el Alzheimer que viene de familia, no le afectará".

Me quede boquiabierto, mi abuela falleció de Alzheimer años atrás y muchas veces me había preguntado si yo correría la misma suerte.

"No hay nada serio", dijo. "Pero tiene que cuidarse. Con hierbas naturales se puede curar. Las hierbas son un regalo de Dios en forma de medicinas".

"Yo me curé a mi mismo con hierbas. Nací con parálisis severa y a la edad de 8 años le pedí a mi abuela que fuera al bosque y me trajera ciertas hierbas. Traté diferentes combinaciones y eventualmente funcionaron. De acuerdo a los doctores, yo habría permanecido postrado en cama toda la vida".

"Algunas personas piensan que soy un hechicero, pero mire ese diploma en la pared. Tengo un título en farmacéutica. "Si no soy convencional es porque a veces uso un poco de hierbas tóxicas en cantidades pequeñas para estimular el cuerpo a la actividad. Pero el resultado es que he curado a mas de 3,000 pacientes de cáncer".

Levanté mis cejas en asombro.

"No es un cuento de hadas", continuó. "Cuando los hospitales ya no tienen remedio para los pacientes de cáncer, los envían conmigo como su último recurso. No siempre tengo éxito porque no soy Dios, pero he encontrado que Sus hierbas son las curas mas eficientes contra enfermedades. Mi record ayudando a mujeres que no pueden concebir es mucho mayor".

Yo escribía rápidamente en mi libreta.

"¿Qué hace?", preguntó.

"El mantiene un diario que publica", le contestó un devoto.

"Prométame que no le dirá a nadie en donde encontrarme", dijo "no daré consulta a nadie que venga aquí como resultado de su visita. Estoy aquí para mi propia gente. Las hierbas indígenas son mas efectivas con las personas de la localidad y además no puedo atender a mas pacientes de los que ya tengo. ¿Y quien aparte de esta aldea creerá lo que usted está escribiendo sobre mi?".

"Ellos creerán en los beneficios de la medicina natural," le contesté. "Pero estoy maravillado de como pudo diagnosticarme con solo tomarme las manos".

"Eso es otra historia", dijo. "Pasé 12 años en el Tíbet estudiando medicina con los Lamas Budistas en sus monasterios".

En eso, el me dió un vaso con agua. "Bébalo", me dijo. "Y su hígado pronto estará mucho mejor".

Desconfié un poco.

Sonriendo me dijo: "No es veneno, solo son hierbas".

Así que bebí el agua.

Me miro intensamente y dijo: "Su gente esta haciendo la labor mas importante, están curando almas. Si usted se cuida podrá vivir otros 20 años". Se levantó y dijo: "tengo muchos pacientes esperando".

Después de dejar la cabaña, todos estuvimos en silencio hasta que un poco mas tarde uno de los devotos preguntó:

"Maharaja, ¿que piensa de todo esto? ¿Fue un truco mágico?"

Pensé por algunos momentos y dije: "Bueno, el tiene un título de medicina y aparentemente ha ayudado a mucha gente y además quien puede discutir que las hierbas no son un método natural para curar a la gente".

"Y que hay acerca de su hígado", preguntó el devoto.

Apretando mi lado derecho, de repente me di cuenta que el dolor sordo que había estado sintiendo se había desvanecido por primera vez en muchos meses.

"El dolor... se fue" les dije.

En el Ramayana hay un pasaje acerca de los poderes curativos de las hierbas:

quote:

Hanuman hundió sus manos en un lado de la montaña y separó por completo la sección entera que contenía todas las hierbas. Levantando la cima de la enorme montaña sobre su cabeza, voló por los cielos y pronto arribó en Lanka.

Vibhishana se le acercó apresuradamente y abrazó al mono. El Raksasa después se puso a buscar las hierbas medicinales percibiendo por medio de su visión oculta.

Tomando un manojo de hierbas, Hanuman fue rápidamente hacia donde se encontraban Rama y Laksman. El observó ansiosamente a los dos príncipes, quien parecían como el sol y la luna caídos en la tierra. Su mano temblaba cuando puso el manojo de hierbas bajo la nariz de Rama.

Lentamente, el príncipe comenzó a reaccionar, respirando profundamente, inhalando las fragancias celestiales. Gradualmente abrió los ojos. Miró a Hanuman y sonrió, el mono suspiró muy profundamente en señal de alivio. Rápidamente comenzó a administrar las hierbas a Laksman. Lentamente, El también recobró la conciencia.

Los monos que sobrevivieron se movieron lentamente junto a las tropas heridas para administrarles las hierbas a ellos. Machacaron las hierbas y eso permitió que el viento llevara la fragancia acre de ellas.

Gracias a la eficacia de las hierbas curativas cientos de miles de soldados de Vanara fueron sanados y saltaron llenos de jubilo. Incluso algunos monos que habían fallecido y de los cuales sus cuerpos no habían sido destrozados, pudieron volver a la vida gracias a la potencia de las hierbas. Pronto el ejercito de monos volvió a tener sus millones de integrantes, listos y ansiosos para pelear.

[Ramayana, Parte 3, Capitulo 10, traducido por Krsna Dharma das]


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